El ojete del mundo: geografía, poder y nacionalismos

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Ojete (literal) del Mundo. Localización desconocida (fuente: funnyjunk).

Hoy, nos marcaremos «un Albert Rivera». (No. No hablamos de pactar con el PSOE y después con el PP o de ser un parche para la gastada rueda de la corrupción o de hacer política «por narices»… jajaja, ¿lo pilláis?). Hoy, viajamos al «Centro» o a los «centros». Acompañadnos en un viaje por las geografías del poder y la nación. ¿Qué nación? Elegid vosotras mismas…

La Geografía -sí, sí, esa cencia de los países, las capitales y el GIS- ha sido un instrumento al servicio del poder a lo largo de la Modernidad. La propia cartografía surgió como una forma de control sobre el territorio: por ejemplo, la necesidad de conocimiento de los límites de las posesiones de reyes, reinas y reinonas actuó como motor para la creación de mapas y la representación gráfica de aquello que se buscaba controlar. En el siglo XIX, la relación entre práctica geográfica, nacionalismos estatales y colonización se vio de forma muy clara. Aquellos exploradores de ridículos bigotes y salacot -no, no hablamos de Eudald Carbonell- se adentraban en la salvaje África bajo el paraguas de las «sociedades geográficas» pero eran poco más que instrumentos de los estados imperialistas y sus poderosas empresas. La ciencia y el nacionalismo más interesado y oligárquico eran más que colegas y esto era indiscutibel.

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No viene mucho a cuento con el tema de hoy, pero alguien tenía que decirlo (fuente: GAS).

 Los estados-nación del Occidente moderno se han constituido en base a muchas cosas: derechos sociales, ciudadanía, democracia… ¡Que noooo! ¡Que es broma! Alguien habrá picado y todo…

Los estados nacionales hegemónicos se han apoyado, sobre todo, en el poder económico de las oligarquías y sus intereses, en la legitimación política basada en el fraude democrático y la manipulación de masas, en el monopolio y la supremacía de la fuerza y en lo que hoy nos atañe: una idea de territorialidad. El territorio, «eso que está ahí fuera», se convierte en objeto de identificación y apropiación por parte de los estados, que además, convencen a sus súbidtos y súbditas de que deben amarlo y protegerlo como parte de la Patria, formando así una comunidad imaginada (plagio/homenaje a Benedict Anderson). La «unidad territorial» se convierte en una garantía suprema de (en muchos casos)… imposición sobre la voluntad ciudadana (aquí me ha salido un poco la indepe que llevo dentro, perdón). Pero, claro está, este territorio debe estar bien definido, limitado y jerarquizado, esto es, racionalizado. Así es como la Geografía entra en juego como coleguita del nacionalismo: el mapa por bandera.

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Andorra y su exaltado nacionalismo opresor. «El Pas de la Casa askatu!» (fuente: pixabay)

Esto es algo especialmente notorio si hablamos, por ejemplo, de los «centros geográficos». Si las «fronteras» estatales vienen siendo objeto de fuertes disputas nacionales desde hace eones -ejemplos: Cachemira, Franja de Gaza, Olivenza en Badajoz (WTF?)– los centros de los territorios dominados se convierten en puntos clave para la exaltación nacional. Sacar el centro geográfico de un territorio en principio no es demasiado difícil (aunque hay fórmulas matemáticas que hacen que mi mente explote en un millón de quesitos del Trivial): en principio, hay que localizar sus puntos extremos, los-más-situados-en-el-quinto-pino, trazar líneas axiales y determinar así el punto de convergencia. Bueno… más o menos.

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El centro de Estados Unidos (Dakota del Sur). Se llama Karen y es la mujer más cotizada de la geografía yanki (fuente: esciudad).

En cualquier caso, ¿por qué traemos este rollo a cuento? Básicamente porque el pasado 9 de octubre se celebró una marcha montañera al «centro de Euskal Herria», situado en la Sierra de Andía (Nafarroa, Navarra, Navarre). Este punto se encuentra a más de 1200 metros de altitud -lo cual es genial porque así empalma con el gusto vascongado de estar todo el día con ropa de monte, botas y un patrocinio no-oficial de Decathlon.

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«Euskal Herriko Erdigunea» o centro de Euskal Herria (fuente: mendikat).

La marcha fue organizada por varias asociaciones de montaña de la zona y la red Independentistak y los planteamientos de dicha jornada fueron los siguientes (fuente: kaosenlared):

Si existe un centro, es el centro de algo. El centro de los territorios vascos. El centro de Euskal Herria. La expresión de la territorialidad.

En ese sentido, esta marcha debe ir tomando de año a año un carácter de “marcha de la territorialidad” o “día de la territorialidad”: gentes de todos los herrialdes vascos mirando, desde el corazón de Euskal Herria, a todo el territorio vasco.

Con la colocación de este centro geográfico se busca dar una entidad real a una idea territorial que no está presente más que en mapas no-oficiales, banderas y en la cabeza de mucha gente. Además, con lo del «día de la territorialidad» se busca llevar a cabo una invención de la tradición en toda regla (Hobsbawm, ven aquí, que estas cosas te molaban). Lo cual, sin embargo, no es exclusivo del independentismo vasco. Y es que, esta iniciativa puede ser comparada con el uso nacionalista (español) del Cerro de los Ángeles (Getafe, Madrid, el Universo).

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Cerro de los Ángeles, Getafe (fuente: forociudad).

El Cerro de los Ángeles, a unos 10km al sur de Madrid,  es un espacio religioso y político que ha sido tradicionalmente considerado como el «centro geográfico de la Península Ibérica». Parece que en este cerro testigo se documenta la existencia de templos y santuarios desde el siglo XI, pero en 1919 dio un paso más allá, cuando Alfonso XIII instaló allí un Sagrado Corazón bastante enormérrimo. Éste fue un acto que conjugó catolicismo oligárquico, populismo castizo y nacionalismo español y es que en él se consagró España al Sagrado Corazón de Yisuscraist.

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Alfonso XIII ante la erección de Cristo… perdón, ante la erección del monumento a Cristo (fuente: actuall).

En julio de 1936, en los primeros momentos de la Guerra Civil, milicianos del Frente Popular «fusilaron» la imagen de Cristo y desmantelaron el momumento por completo. El lugar fue rebautizado como «Cerro Rojo».

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El «fusilamiento» de Cristo (fuente: wikipedia).

Después, el Franquismo reconstruyó el lugar y lo convirtió en uno de sus referentes simbólicos. El Cerro de los Ángeles no sólo era el «centro del Imperio» y del nacionalcatolicismo, sino que además se convirtió en uno de los hitos del «terror rojo» junto a Paracuellos del Jarama (Madrid). El lugar (¿cómo no?) sigue siendo a día de hoy un lugar de concentración para la ultraderecha. La foto junto a la enormérrima placa del (Bo)Caudillo parece estar muy cotizada. Y con esta imagen simpática, alegre y muy demócrata, nos despedimos hoy.

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Tipical Spanish (fuente: paso de dar publi a una web facha).

Saludos y larga vida al ojete de Albert Rivera.

Soyuz Gorri

Un comentario en “El ojete del mundo: geografía, poder y nacionalismos

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