Lo representado y lo impresentable: (re)inaugurando en Belchite

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Surprise, motherfuckers! Para saber de qué va esto, leed el post (o pereced).

Hace tiempo que en este blog de risas, de llantos y sobre todo de gifs de Kim Jong Un, no hablamos de un lugar que merece una atención especial: la localidad zaragozana de Belchite. Se trata un lugar de áridos y sugerentes paisajes, historias de violencia pero también de superación, y desde hace casi 80 años, es, también, un enclave condenado al “trastorno bipolar”. Por un lado, el Pueblo Viejo en ruinas ha sido marginalizado y destruido durante décadas como muestra obscena del horror rojo, y a su lado, el Pueblo Nuevo, muy al gusto franquistoide, actual espacio habitado de belchitanas y belchitanos, que parece todavía a día de hoy condenado a rendir tributo a su verdugo excelentísimo creador, el Generalisísimo Franco. Dentro de esa bipolaridad espacial e histórica, la corporación municipal del pueblo –que otrora ya nos mostrase su apoyo y cariño por este artículo– ha realizado una (re)(re)inauguración de todo un referente en la memoria del lugar: una columna o pilar (ay, el pilar, los Pilares…). Así pues, hoy nos vamos de cintas, placas, monumentos y discursos. Hoy: “lo representado y lo impresentable”.

Belchite sufrió los rigores de la Guerra Civil: fusilamientos en la represión caliente de julio del 36, zona de frente activo durante meses, escenario de una sangrienta batalla de dos semanas (agosto-septiembre del 37) y finalmente la reconquista franquista (marzo del 38). Tras este último cambio de manos, que será el definitivo (en muchos sentidos) esta localidad zaragozana se convertirá en todo un escenario de representación del autoritarismo del Régimen. Junto al pueblo parcialmente destruido se construyeron campos de concentración (como en el Seminario) y centros de realojamiento: uno de los más conocidos es el denominado despectivamente coloquialmente “Rusia”, dado que allí se alojaban los “rojos”. Si queréis saber más sobre el tema un conjunto de grupos de investigación ha estado estudiando estos y otros vestigios arqueológicos en los años 2014 y 2015. Ante el poder destructivo del ejército republicano en su lucha contra la enconada resistencia de la guarnición franquista de Belchite, Franco prometió una reconstrucción cuanto menos gloriosa.

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Promesa de reconstrucción de Belchite por parte de Franco (nº 1 revista Reconstrucción, 1940).

Promesa que tan sólo mantuvo un par de meses, ya que el Régimen decidió desalojar el pueblo para convertir sus cicatrices de guerra en un testimonio material de la barbarie roja. Familias enteras tuvieron que abandonar sus casas y realojarse en “Belchite Nuevo”, un nuevo núcleo construido a imagen y semejanza de otros proyectos constructivos de la Dictadura como, por ejemplo, las colonias agrarias. Y así es como, el Pueblo Nuevo es el espacio de vida de belchitanas y belchitanos, mientras que el Pueblo Viejo es la obra de “gestión del patrimonio” del Régimen para conmemorar su “gesta heroica” de “sacrificio”, “patria” e “inserte-aquí-lo-que-desee”.

Para quiénes no conozcáis el caso, a continuación, podéis deleitaros con la cruda hermosa comparativa del estado en el que quedaron algunos enclaves de la villa antes la batalla y el estado que presentaba en el 2008, momento de esta publicación de Jaime Cinca.

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Imágenes del libro El viejo Belchite. La agonía de un pueblo (Jaime Cinca, Guillermo Allanegui y Ángel Archilla, 2008).

Tras el conflicto, los habitantes de Belchite tuvieron que convivir durante años con las heridas de la guerra en sus propias viviendas, pues tenían prohibido reparar cualquier deterioro que no afectase estructuralmente a sus inmuebles, de los cuales fueron expulsados posteriormente, quedando condenados a la ruina inminente en la que actualmente se encuentran. Para más INRI, la propaganda que hicieron sobre Belchite, atrajo numerosas peticiones para poseer “fragmentos de tan heroica gesta”; y así fue, como el propio Régimen expolió numerosas “reliquias” del Viejo Belchite, por todo el territorio nacional, a demanda de los lameculos amigos del Régimen, como es el caso de la oligarquía burgalesa, que pidió restos de las ruinas de Belchite para engrosar así sus relicarios patrios.

Belchite Viejo-Nuevo

Belchite Viejo (izda.) y Belchite Nuevo (dcha.): apenas unos metros separan una y otra realidad que, en verdad, «dialogan entre sí» (destrucción vs. reconstrucción).

El Régimen mostró su rostro más crudo y cruel en este lugar: el propio Belchite Nuevo fue construido con mano de obra semi-esclava, con prisioneros de guerra, a modo de “castigo” por los daños del conflicto. A su inauguración, en 1954, asistió el propio Franco y se realizó un acto con todo boato en la (nueva) plaza del Ayuntamiento. Allí se instaló una columna extraída de la iglesia de San Martín, uno de los santuarios emblemáticos de Belchite Viejo –ahora en ruinas y en grave deterioro, si no se hace nada…– para que así un “trocito” del verdadero Belchite, un testigo del horror y la barbarie, presidiera el nuevo espacio público de su gran obra. Esto representa bien la ideología del franquismo: la construcción de nuevas estructuras, entre propaganda y laureles, pero sobre la memoria de la Victoria, del horror del enemigo. Que a todo el mundo le quedase claro quién había ganado y quién había perdido… Un pueblo como escenario. Una dictadura, como pesadilla de horror y paranoia. Hasta aquí, lo representado.

Visita Franco 1954

Vista de la columna conmemorativa, con visita de Franco en 1954 (fuente: Michonneau 2014)

Si todo esto ya tiene un punto bizarro que roza lo vomitivo sublime, lo que viene a continuación supera los límites de lo imaginable/aceptable.

Hace tan sólo añito y medio, corría una soleada tarde de septiembre y, como todos los años, los belchitanos y belchitanas se disponían a engalanar las calles para las esperadas fiestas en honor a la exaltación de la Santa Cruz (las fiestas grandes del pueblo, para que nos entendamos todas). Una de las “peñas” –conjunto popular amistoso-festivo y pilar básico de la sociabilidad belchitana–, se disponía, como viene a ser costumbre, a colocar las banderas en la Plaza del Ayuntamiento. Las banderitas se colocaban desde el centro de forma radial apoyadas como no podía ser de otra forma…. en nuestro glorioso monumento, con tan mala pata que, en este soleado día de septiembre, la columna pereció…  en fin, que las explicaciones sobran. Tan sólo admiren los segundos posteriores al lamentable accidente:

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«Nos hemos hecho un Sadam Hussein, pero como muy sin querer, ¿no?» (fuente: alguien)

Pero que no cunda el pánico. A pesar del accidente, Belchite no fue privado de sus banderas en la plaza durante las fiestas, con algunas menos, eso sí, pero ahí estaban igualmente. Y sobre la columna… bueno… ella no corrió la misma suerte: en el epicentro de la nueva villa, su basamento, condenado, luciría desnudo hasta nuevo aviso.

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Torre de la iglesia y basamento mudéjar, ya sin columna superior (octubre de 2015) (Lupulus)

Y el nuevo aviso (de forma oficial) llegó a través del JetoLibro del ayuntamiento:

“Belchitanos, belchitanas: ya se están ultimando los preparativos para que nuestra amada columna luzca de nuevo como escarmiento ante la barbarie roja”.

“Ayer se puso la 1ª piedra para recolocar nuestra querida columna en la Plaza del Ayuntamiento, pieza que data de 1548 en la iglesia de San Martín del Pueblo Viejo.

Este sábado, a las 12h, coincidiendo con San Jorge, se hará la inauguración oficial de la columna en compañía de los gigantes y cabezudos de Belchite. ¡Os esperamos a todos!”

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¿Monumento al cementarro desconocido? (fuente: Facebook Ayunt. Belchite)

Pero, espera, espera, espera, ¿qué está pasando aquí? ¿Qué ha pasado con el basamento mudéjar de la columna original? ¿Qué mierdas pinta este monolito de hormigón?

Hagamos un pequeño inciso y pongámonos en situación. Hasta el 2014 –momento del fatídico accidente con la columna– en Belchite gobernaba el PSOE. Actualmente, y tras elecciones municipales del 2015, el Ayuntamiento de Belchite ha quedado en manos de una coalición entre el PP y el PAR, cuyo alcalde además es el gerente de una constructora local (aunque seguramente este último dato sea irrelevante: guiño, guiño). El susodicho ya se ha coronado de gloria en anteriores ocasiones (léase el citado artículo) para lo cortito de su andadura como alcalde, y parece que no iba a ser menos en esta ocasión.

“El antes y el ahora de la columna de la Iglesia de San Martín del Pueblo Viejo de Belchite. Mañana, a las 12h, inauguración en la Plaza del Ayuntamiento. ¡No faltéis!”

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La columna, con su basamento, en el emplazamiento original de la iglesia de San Martín, en Belchite Viejo.

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El basamento «sub-actual» con la columna original encima (fuente: Facebook Ayunt. Belchite)

Y… llegó el momento. La esperada inauguración tuvo lugar (como estaba previsto) el 23 de abril en la celebración de San Jorge (patrón maño). Y como ya se prometió, se preparó un ambiente lúdico-festivo para la ocasión. El público estaba expectante y el acto, como no podía ser de otra forma, no estuvo exento de sus cintas, placas, y por supuesto, su discursito.

“Hoy, Día de Aragón, hemos inaugurado la nueva ubicación de la columna que estaba colocada antiguamente en la Iglesia de San Martín del Pueblo Viejo. Es un pedacito de nuestra historia, que ha visto pasar generaciones de miles de belchitanos, y que debemos proteger, porque es parte de nuestra historia y nos representa a todos. ¡Feliz día de San Jorge!”

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El Excelentísimo inserte-aquí-lo-que-desee inaugura… «eso» (fuente: Facebook Ayunt. Belchite)

Y así es como, al igual que en 1954, Belchite vive una nueva inauguración triunfal. Un lugar de memoria ha sido restablecido, pero, ¡espera! WTF?! ¿Qué ven mis ojos? Como ya se veía venir en los anuncios del JetoLibro, no se trata de que la columna original haya vuelto a su basamento original, sino que han dejado el «predusco viejo» ahí plantao y han hecho un basamento “al rico cementarro” y ahí han puesto la maltrecha columna. Tanto absurdo produce resaca, y sin haber bebido, (prometido). Se podría haber recolocado la columna sobre el basamento y ya está, pero en nuestra España cañí de cintas, fotos oficiales y plaquitas, ¿cómo íbamos a dejar escapar la oportunidad de inaugurar algo? ¿Aunque sea el cementesco sustituto de un elemento simbólico? El mandatario belchitano medio parece que sabe lo que quiere: lástima que no tenga un pantano a mano…  Eso sí que sería digno de inaugurar, ¿verdad que sí?

Como colofón final, queremos deleitaros con la esperpéntica imagen de la plaza (días previos a la inauguración), donde podemos corroborar que hay cosas que no cambian con el paso del tiempo:

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Columna (re)inaugurada a la derecha y… ¡vaya! ¿qué es esa cosa que está más a la izquierda? Parece un basamento… (fuente: alguien)

“Nuestra amada columna” sobre la “nueva primera piedra”: cambiamos el divino creador, pero a pesar de haber pasado más de 60 años, estamos repitiendo un mismo mensaje. Y éste es: el poder se reproduce en la materialidad simbólica y en la construcción/imposición de referentes en el espacio público, si bien, a veces lo hace a lo cutre y (re)apropiándose de un legado como el franquista. Menudo mindfuck, ¿verdad?

El originario basamento mudéjar, parece haberse quedado viejo, y luce desnudo, vacío, y completamente descontextualizado, ante las impasibles miradas de la ciudadanía belchitana; que ya en su día lo sufrieron con su propio pueblo, ahora también viejo, vacío, descontextualizado, y además en ruinas.

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Gozo y alegría de belchitanos de bien ante el ¿nuevo? monumento (fuente: Facebook Ayunt. Belchite)

Así preservamos el bien común, así respetamos la memoria colectiva. He aquí, lo impresentable.

¡Cementarro y cierra España!

Lupulus & Soyuz Gorri

Un comentario en “Lo representado y lo impresentable: (re)inaugurando en Belchite

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