El calostro y las cosas. Capítulo 3: estructura de clases en las excavaciones de verano (y II). Jefecillos, pringaos y la Ley del Pringao

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Gentuza varia Amigas mías. Tras un período de retirada espiritual en Narnia, donde se excava a cuarenta grados a la sombra, he decidido retomar este opús-culo de sabiduría arquehólica que es “El calostro y las cosas” para regocijo de aquellas que osen atravesar las negras tinieblas de la ignorancia para adentrarse en el dulce regato del pus. Retomando el análisis que se inició en el capítulo anterior, nos ocuparemos en este de los dos escalafones inferiores de la estructura de clases en las excavaciones de verano, que son los jefecillos y los pringaos. Finalmente, este tratado se centrará en la conocida como “Ley del Pringao”, a partir de los recién descubiertos manuscritos de Maximilian Chinchibirí (1987-1898; ¿qué pasa? Este tipo vivió al revés), localizados en un prostíbulo tailandés low cost.

Estar en el medio tiene sus ventajas y sus desventajas. La ventaja es que puedes orinar sobre aquellos que están en el escalafón inferior de la cadena alimentaria. La desventaja es que eres el váter de los que están por encima de ti. Los jefecillos son ese váter. ¿Alguno recuerda al personaje de Randall Weems de la serie “La banda del patio”? (si lo haces, eres vieja. Asúmelo y vete a morir tranquilamente a un cementerio de elefantes, que aquí ya sobras. Vieja).  Siguiendo la clasificación de Y. Papadopoulus III “El payacho” (1975) encontramos dos tipos básicos de jefecillos.

  • El Pelota. Equivalente al sonderkommando de los campos de concentración nazis. En realidad son pringaos venidos a más cuyo interés es ser jefes algún día por lo que se convierten en correas de transmisión directas de sus deseos más íntimos y obscuros (con la “b” se convierte en una palabra más jodida que «oscuro»). Se les localiza normalmente en torno al jefe, según los estudios de mapas de coste de Piter Lamadredeltopo (1999) a un radio equivalente a una constante de un cuarto de su ego dividido por 2, normalmente entre 0,1 y 2 m. Entre los distintos jefecillos-pelota se establece una feroz batalla de la supervivencia que en algunos casos llegó a luchas apocalíptico-wagnerianas. “Juego de tronos” no es más que la historia de varios jefecillos-pelotas que se les fue la mano peleando por el puesto de jefe en una excavación de verano.
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Imagen idealizada de un jefecillo tipo pelota vigilando a unos pringaos en una excavación random. Fuente: http://www.kehagoaqui.com

  • El Técnico. Su comportamiento responde a la tipología ya conocida por la antropología francesa clásica de “me la pela todo”. Su objetivo en la vida es ser Heisenberg es ganar pashta (que es como los negratas llamamos al “dinero”) y el resto es todo una nebulosa de “me da igual” o “no me pagan por eso” o “ese gato dijo que tenía casi 18, señor juez” (según testimonios recogidos en el estudio emic de Lleremi Catfucker, 1945).
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Jefecillo tipo técnico ante la perspectiva de trabajar. Fuente: loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com

El escalafón inferior de las excavaciones está ocupado por los pringaos. Felpudos humanos que, según varios bestiarios medievales, son seres sin cabeza, paletines por manos y montados en una carretilla que sustituye sus piernas. Zombis excavadores cuya única razón para existir es generar capital científico para el jefe al grito de “sí, bwana”. Escoria, cacotas, mierdecitas, infelices seres que, para pasar las penurias de su existencia han de dejarse atrapar por los sensuales brazos de la señora alcohol o por los dulces labios del “Síndrome de bonobismo”. Dante Alighieri los sitúa en el segundo infierno junto a los lujuriosos y al lado de los diarreicos. Éresun Joputa (1939) establece dos categorías complementarias de pringaos: 1) el pringao veterano, un pringao que, bajo los efectos de síndrome de Estocolmo vuelve a las excavaciones, pensando que ha subido un escalafón en la jerarquía social porque ha repetido penurias y ya se sabe los chistes de la excavación, se cree que tiene amigas y (pobre de ellas) se cree un jefecillo… En fin. Pringao; y 2) el pringao más pardillo of da wol. Básicamente el que paga por excavar. El pringao de los pringaos, el «metapringao». No nos extendemos en ello más de lo que ya lo hicimos.

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Pringao.

Uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología fue, en la década de los 60 en un lugar de Alemania Oriental cerca a la mítica ciudad de Mianof, la conocida como “Ley del Pringao”. Se cuenta que el gobierno nazi estuvo investigando sobre este fenómeno en Dachau, experimentando con judíos como conejillos de indias, pero que con el fin de la guerra el principal investigador del proyecto, Serguei Sufukof, fue contratado por la STASI para continuar su labor en Mianof, provincia de Sudorof. En 1967 Sufukof llegó finalmente a la “Ley del Pringao”, si bien acabó locuelo perdido y acabó suicidándose el 7 de julio, San Fermín, de 1971 escuchando durante 24 horas seguidas el vídeo de Leticia Sabater de la Salchipapa (claro, hasta ahora la historia estaba siendo creíble, no te jode).  Esta ley establece dos premisas básicas:

  1. En toda excavación hay uno o varios pringaos. Generalmente, al menos lo que pudo dejar escrito Binford en unas anotaciones privadas de 1972 escondidas dentro de una revista Hustler, normalmente es una sola persona.
  2. El pringao es efectivamente reconocible en un período de 72 horas.

La Ley del Pringao establece que:

SI EL TERCER DÍA DE EXCAVACIÓN NO LOGRAS RECONOCER AL PRINGAO, ES QUE ERES TÚ (vuelve a leer en voz alta esta frase con voz de Darth Vader colocado de anfetas y dale al play al vídeo que tienes debajo).

Nota del escribano (agárramela con la mano): la categoría de Pringao no se relaciona con un tonto, un panolí, un corto de entendederas o un Mariano Rajoy. Es más bien una figura tipo Jarramplas que canaliza todas las tensiones creadas en la excavación. Normalmente es una persona rara y con tendencias psicópatas, pero no tiene ni por qué caer mal ni ser una mala persona… simplemente es el Pringao de la Excavación.

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¿Adolf, cuánto mide tu nivel de pringao? Fuente: latam.askmen.com

Con la Ley del Pringao “El calostro y las cosas” revela uno de los secretos mejor guardados del mundo de la Arqueología. Lo revelamos con la esperanza de que, por tu bien, no seas el Pringao nunca. El que escribe estas líneas fue una vez el Pringao de la Excavación y… ¡Qué bien lo pasemos! Ahora colecciono pies que guardo en el congelador de la casa de mi madre.

Os odio Os quiero.

Max

2 comentarios en “El calostro y las cosas. Capítulo 3: estructura de clases en las excavaciones de verano (y II). Jefecillos, pringaos y la Ley del Pringao

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